lunes, 18 de noviembre de 2013

El Partido Obrero de Salta: ¿qué hacer?

La disputa

El PO fue la fuerza más votada de la ciudad de Salta en las últimas elecciones municipales. Ello le permitió a esa expresión política obtener 9 concejales sobre un total de 21. Sin embargo eso no le alcanza para presidir el Honorable Concejo Deliberante de Salta, debido a que para hacerlo necesitan un total de once adhesiones, dos menos de las que actualmente tienen. De allí que los miembros del partido de ultraizquierda estén preocupados por no poder lograr su objetivo y, paranoicos, hayan comenzado a denunciar que el PJ quiere bastardear la voluntad popular de manera tal que la presidencia quede en manos de otra fuerza política que no sea el PO.

El PO quiere el control del Concejo Deliberante para plantear una agenda propia y presionar con ello al Intendente. Saben que hay mucho (dinero) en juego, y que no van a obtener los resultados que quieren si no consiguen primero imponerse en el recinto parlamentario.

Malos y peores

Carlos Zapata, Diputado Provincial electo de Salta Somos Todos y Concejal saliente, dijo que Arturo Borelli –el candidato a la presidencia del Concejo Deliberante por parte del PO– sería una opción “mucho mejor que Rodríguez”. En esto coincido con Zapata: Tomás “Turi” Rodríguez es el actual Presidente del cuerpo legislativo municipal y en los últimos años ha dado sobradas pruebas de ser un energúmeno, totalmente incapacitado hasta para ser representante del pueblo.

¿Pero qué hacer ante esta situación entonces? ¿Hay que aceptar a Borelli porque, pese a ser un nefasto trotskista, es menos malo que Rodríguez? ¿Hay que dejar que una fuerza siniestra como el PO se apodere del Concejo Deliberante para desalojar a los incapaces del Oficialismo?

El nuevo Concejo Deliberante se compone por cinco bloques: el del Partido Obrero (9 concejales), el del Partido Justicialista (6 concejales), el del Partido de la Victoria (2 concejales), el del Frente Salteño (2 concejales) y el de Salta Somos Todos (2 concejales). El PJ y el PV responden al Intendente Isa, mientras que las otras fuerzas son, prima facie, Oposición. Siguiendo la lógica democrática (como hace, por ejemplo, Zapata), la Oposición debería unificarse y darle la presidencia a Borelli, cediendo un voto del FS y uno de SST al PO para lograr los anhelados once votos. Empero no es tan sencilla la cosa.

Un pacto republicano

Valiente mujer tratando de exorcizar a Gabriela Cerrano
Hugo Daher es el autor del análisis quizás más lúcido sobre el PO de los muchos que se han publicado en estas últimas semanas. Básicamente Daher nos recuerda que el PO es ciegamente dogmático, y que su plan de acción contempla como válida la aplicación de la violencia. Es decir el PO no es una izquierda crítica que aprovecha las innovaciones para proponer soluciones creativas a los problemas de la gente, sino que es un grupo retrógrado que habitualmente procede según lo que indica un manual escrito entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Además su dirigencia se autopercibe como una vanguardia iluminada, por lo que todo lo que no coincide con sus opiniones es menospreciado y desacreditado de entrada. Prueba de esto último es la crítica que un Claudio Del Plá embriagado de poder hizo contra la Iglesia Católica: según su lógica, la Iglesia no puede participar en política, pero la política si puede participar de la Iglesia.

Es por ello que creo que lo conveniente para los salteños es aislar a los trotskistas. El PJ, el PV, el FS y SST deberían hacer un pacto republicano para anular las 9 bancas extremistas del PO. De esa manera se podría, por ejemplo, elegir dos presidentes (uno de los bloques que apoyan a Isa y otro de los bloques que no lo hacen, para que cada uno mande por el plazo de un año), y establecer una agenda común de temas que excluya aquellos tópicos planteados por el PO y con los que se esté en peligro de coincidencia con sus posiciones. Sería esa una buena forma de evitar tocar temas como la promoción del aborto, ya que sabemos que el PO está a favor, pero que además muchos de los miembros del PJ también lo están. Con el pacto republicano, los abortistas del PJ tendrían que llamarse a silencio, ya que apoyar esa iniciativa equivaldría a utilizar la agenda del PO, algo que, justamente, se está tratando de evitar para salvaguardar a la república de la violencia comunista. Así ganaría Salta.

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