lunes, 17 de febrero de 2014

La transparencia no es un lujo sino una necesidad

Sembrando transparencia, cosechando enemigos

Desde que asumió su banca de Diputado Provincial, Carlos Zapata está llevando a cabo una cruzada a favor de la transparencia. Me parece algo esencial: la transparencia no es un lujo sino una necesidad. Estamos tan mal acostumbrados a vivir a la sombra de un Estado que es administrado del modo más turbio posible, que cuestiones básicas como eso de que sólo debe recibir dinero del erario público aquel que hizo algo meritorio para ello las juzgamos como una extravagancia. 

Ahora Zapata apunta directamente contra los políticos locales. Ello, por supuesto, le está generando enemistades de todo tipo. 

El incompatible

Contra uno de los que Zapata cargó fue contra Abel Ramos, un hombre del PJ salteño que en las últimas elecciones habría estado promoviendo un descarado e ilegal clientelismo para ser votado. Sucede que Ramos (al igual que Jorge Guaymás y Pedro Serrudo) es un dirigente sindical que oficia como funcionario público, lo que significa que hay una incompatibilidad de jure, ya que un parlamentario no puede patrocinar a intereses profesionales contra el Estado y un sindicalista si. 

La Corte de Justicia de Salta, sin embargo, le señaló a Zapata (después de que nuestro Diputado la consultase) que no existe un auténtico conflicto. Lo que pasa es que el tema de los "diputados-sindicalistas" es una cuestión muy discutible. Un representante del pueblo es elegido en su cargo para representar a quienes lo votaron y para trabajar en pos del Bien Común: esto implica que por encima de los intereses de su sector está el interés general, y ello debe quedar perfectamente claro. Esa es la base del parlamentarismo, sistema que es diferente al de los cuerpos corporativos. Por tanto creo que Zapata ha hecho bien al abordar este tema y traer a la luz pública el asunto del corporativismo social que divide y segmenta a una sociedad dinámica como es la nuestra.

Amigo de Suriani pero más amigo de la Justicia

Otro de los que cayó bajo la lupa de Zapata fue Andrés Suriani, hombre que se presentó en las pasadas elecciones de noviembre usando la lista de Salta Somos Todos. Al parecer nuestro Diputado encontró que Suriani es empleado de la Municipalidad de Salta, al mismo tiempo que el municipio le expide un cheque mensual en calidad de pauta publicitaria para financiar el programa de radio que conduce el ex-candidato a Senador Provincial. Ello es, en principio, irregular, así que Zapata ha solicitado que se aclare la situación.

Muchos juzgaron ese gesto como una suerte de pelea entre olmedistas y ex-olmedistas, pero por la falta de agresividad que se percibe en Zapata hace pensar más bien que lo que prima es el deseo de acabar con malos entendidos y ordenar las cosas en beneficio de los contribuyentes.

El pez gordo

FInalmente, contra quien más enérgico se mostró Zapata fue contra la Intendencia de la ciudad de Salta. Básicamente nuestro Diputado hizo un pedido de que se audite con urgencia a la oficina, puesto que hay más de una causa judicial en su contra por malversación de fondos y poco se ha hecho para aclarar las cosas. 

Mientras Miguel Isa carnavalea y comienza a planear su futuro político, Carlos Zapata trabaja por la transparencia que los salteños nos merecemos. 

2 comentarios:

  1. Si averiguas el tribunal se expidió a favor de Suriani. Zapatz denuncia por que con olmedo y su apoderado se quedaron con toda la plata de la campaña. Esta sucio ese muchacho!

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    1. Hay algo que no me agrada de Suriani: su pertenencia orgánica al peronismo. Que no se me malinterprete: para mi no tiene nada de malo ser peronista, radical, renovador o cualquier otra cosa, el problema está en serlo mientras se utiliza un espacio político diferente como trampolín para los cargos públicos.
      Por tanto el hecho de que no se haya invertido en la campaña de Suriani tras las PASO fue preventivo: ¿para qué contribuir en enviar otro peronista (romerista, urtubycista, isista) al parlamento si SST no es el peronismo? Mejor guardar ese dinero e invertirlo en campaña para los propios, para los olmedistas.

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